El primer filósofo que pensó en la necesidad de un estado de ataraxia para acceder a las vías de la felicidad fue Demócrito, aunque posteriormente, en la Grecia helenística, resurgió con fuerza y se constituyó como una finalidad principal para las corrientes filosóficas más destacadas de la época, es decir, para el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo.
¿Qué es ataraxia? Significa "imperturbabilidad", tranquilidad del ánimo. Los antiguos filósofos griegos pensaban que por medio de este estado se podía alcanzar la felicidad.
Para Epicuro esto era posible a través de la ausencia de dolor, de temor y a la ausencia de pasiones. La considera como un equilibrio permanente en el alma y en el cuerpo. Era un defensor del placer moderado al tiempo que aconsejaba evitar en la medida de lo posible involucrarse en asuntos que puedan perjudicar nuestra tranquilidad (como por ejemplo, la política) e hizo hincapié en la importancia de la amistad.
Para Pirrón, representante del escepticismo, la ataraxia se obtiene tras la culminación de la suspensión del juicio (lo que en filosofía se denomina "epojé"), y esto sólo lo puede hacer un ser humano dispuesto a vivir sin preferencias. Pero Arcesilao consideraba la ataraxia un síntoma de la epojé, y no su coronamiento.
La ataraxia estoica centra su foco en la virtud: para alcanzar aquella hay que dominarse por la razón, y no por las pasiones (que según los estoicos eran desviaciones de nuestra naturaleza racional). No hay bien ni mal en sí, sino que todo forma parte de la naturaleza, de modo que se debe aceptar el destino tal como venga, y permanecer impasibles ante cualquier temporal (sea de sol o de lluvia).
He de decir que últimamente en determinado círculo de mi existencia personal ha salido a flote en variadas ocasiones el tema de la ataraxia y que lo hemos mencionado casi con la misma naturalidad que otras palabras como "café" (eso sí, nosotros lo hemos acentuado a la griega: "ataraxía"). Desde luego, a veces nos ha tocado hablar de ello en presencia de otras personas, y sí, la cara que ponían al oírnos era la que quizá os podáis imaginar.Pensé también, por qué no, referirme a ella aquí en el blog. Creo, como ya lo hicieron antes estos ilustres filósofos, que una buena dosis de ataraxia es precisa para yacer sobre los campos de la felicidad, aunque difiero ligeramente en algo: no es algo perpetuo ni de duración excesivamente prolongada... pero, los días en que nos hace gozar de su compañía, ¡bienvenida sea!
(Publicación original: 18 abril 2009)
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