jueves, 5 de febrero de 2015

La poetisa de Lesbos: Safo

Safo (s. VII-VI a.C.). Su poesía se ha conservado muy fragmentariamente, sobre todo tenemos versos sueltos o tiradas muy breves, y muy pocos de algo más de extensión, llegado todo a través de los papiros de Alejandría. Fue una figura destacada de la Antigüedad a la que Platón denominó como la décima Musa. Según parece pertenecía al círculo de la aristocracia y regentaba una escuela de poesía en la que daba clase a un grupo de muchachas. Debió de escribir su obra en nueve libros, de los que se conservan fundamentalmente los Epitalamios. Su poesía es discreta, incluso ambigua en ocasiones, prevalece ante todo el sentimiento. El amor es pieza fundamental de sus composiciones y lo trata como una fuerza irracional. Sobre su supuesta orientación sexual se ha discutido bastante, aunque está generalizada la idea de su homosexualidad, a partir de la cual se creó el término "lesbianas" para definir a las mujeres con tendencia homosexual. Al parecer mantenía conductas bisexuales, pues se casó con un hombre, con el que tuvo a su hija Cleis, a la que menciona en algunos de sus versos, y por otra parte, según refiere Anacreonte, Safo sentía amor sexual por las mujeres, y mantenía relaciones con las chicas del círculo en el que se movía. Esto habría sido impensable en Atenas, pero sí era fácil en Mitilene, ya que en esta isla la sociedad era matriarcal.
[Fr. 1 P]
Santa hija de Zeus, de esmaltado trono,
dolotrenzadora, Afrodita, atiende:
ya no domes más con pesar y angustias
mi alma, señora,

sino ven aquí, si mi voz de lejos
otra vez oíste y me escuchaste
y dejando atrás la dorada casa
patria viniste,

tras uncir el carro: gorriones lindos
a la negra tierra tiraban prestos
con sus fuertes alas batiendo el aire
desde los cielos

Y llegaron pronto, y tú, bendita,
sonriendo siempre en tu faz divina,
preguntabas qué me pasaba, a qué otra
vez te llamaba,

y qué es lo que tanto ahora en mi alma loca
conseguir quería: <<¿A quién deseas
que al amor te traiga? Ah dime, Safo,
¿quién te hace daño?

Que, si huyó de ti, pronto irá a buscarte;
si aceptar no quiso, dará regalos;
y si no ama hoy, te amará muy pronto,
aun sin quererlo>>.

Ven también ahora y de amargas penas
líbrame, y otorga lo que mi alma
ver cumplido ansía, y en esta guerra
sé mi aliada.



[ Fr. 94 P]
.......................................
de verdad que morir yo quiero.
Así ella llorando se fue de mí

y al marchar me decía: <
qué terrible dolor el nuestro
que sin yo desearlo me voy de ti>>.

Pero yo contestaba entonces:
<
sabes bien el amor que por ti sentí,

y, si no, recordarte quiero,
[por si acaso a olvidarlo llegas,]
cuánto hermoso a las dos nos pasó y feliz:

las coronas de rosas tantas
y violetas también que tú
junto a mí te ponías después allí,

las guirnaldas que tú trenzabas
y que en torno a tu tierno cuello
enredabas haciendo con flores mil,

perfumado [tu cuerpo] luego
con aceite de nardo [todo]
[y con leche] y aceite del de jazmín,

recostada en el blando lecho,
delicada [muchacha en flor,]
al deseo dejabas tú ya salir.

Y ni fiesta [jamás ni danza,]
ni tampoco un sagrado bosque
al que tú no quisieras conmigo ir.
.....................................................

Safo fue muy admirada y emulada ya en la Antigüedad. Teócrito y el latino Catulo reciben sus influencias. De hecho, Catulo compuso un poema calcado de uno de Safo (en el siglo XXI habría sido denunciado por plagio...). He aquí la versión de Safo y la correspondiente del poeta latino.
[Fr. 31 P]
Me parece igual a los dioses ese
hombre que ahora está frente a ti sentado,
y tu dulce voz a tu lado escucha
mientras le hablas

y tu amable risa; lo cual, te juro,
en mi pecho el alma saltar ha hecho:
pues te miro apenas y mis palabras
ya no me salen,

se me queda rota la lengua y, suave,
por la piel un fuego me corre al punto,
por mis ojos ya nada veo, y oigo
sólo un zumbido,

me destila un frío sudor, y entera
un temblor me apresa, y cual la paja
amarilla estoy, y mi muerte siento
poco alejada.

Pero todo habrá que sufrirlo, incluso...
.............................................................
51. Flechazo (el título corresponde a la edición moderna) - Catulo
Aquél me parece igual a un dios,
aquél, si es posible, superior a los dioses,
quien sentado frente a ti sin cesar te
contempla y oye

tu dulce sonrisa; ello trastorna, desgraciado
de mí, todos mis sentidos: en cuanto te
miro, Lesbia, mi garganta queda
sin voz,

mi lengua se paraliza, sutil llama,
recorre mis miembros, los dos oídos me
zumba con su propio tintineo y una doble noche
cubre mis ojos.

El ocio, Catulo, no te conviene,
con el ocio te apasionas y excitas demasiado:
el ocio arruinó antes a reyes y
ciudades florecientes.

Los textos corresponden a las siguientes ediciones:
- SAFO: Poemas y fragmentos. Ediciones Hiperión, Madrid, 2001: Traducción de Juan Manuel Rodríguez Tobal, Edición bilingüe.
- CATULO: Poesías. Alianza Editorial, Madrid, 2003: Introducción, traducción y comentario de Antonio Ramírez de Verger 

(Publicación original: 23 marzo 2008)

No hay comentarios:

Publicar un comentario