jueves, 5 de febrero de 2015

El cinismo

"¡Anda, no seas cínico!"
Si buscamos la palabra "cínico" en el diccionario de la RAE, nos encontramos con lo siguiente:
cínico, ca.
(Del lat. cynĭcus, y este del gr. κυνικός).

 1. adj. Que muestra cinismo (‖ desvergüenza). Mirada, alegría cínica. Apl. a pers.u. t. c. s.

 2. adj. Impúdico, procaz.

 3. adj. Se dice de cierta escuela que nació de la división de los discípulos de Sócrates, y de la cual fue fundador Antístenes, y Diógenes su más señalado representante. U. t. c. s.

 4. adj. Perteneciente o relativo a esta escuela.

 5. adj. desus. desaseado.

A partir de la primera definición, somos conducidos a esta segunda definición:

cinismo.

(Del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμός).

 1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.

 2. m. Impudencia, obscenidad descarada.

 3. m. Doctrina de los cínicos (‖ pertenecientes a la escuela de los discípulos de Sócrates).

 4. m. desus. Afectación de desaseo y grosería.

Como tantos otros términos de nuestra lengua, proviene del griego, claro;pero aún más allá de una mera cuestión lingüística, tenemos como trasfondo un contexto histórico muy determinado, que dio origen al término tal y como hoy lo conocemos.

El diccionario ya nos ha dado la pista principal: los cínicos pertenecían a una antigua escuela filosófica, y aunque la escuela del cinismo la fundó Antístenes, Diógenes se constituyó como su figura más destacada.

Pero ahondemos en esta cuestión, ¿quiénes fueron los cínicos? ¿Cuáles eran concretamente sus ideas y su filosofía de vida?

Las características principales de los cínicos eran el ascetismo y el énfasis en la suficiencia de la virtud para alcanzar la felicidad. Fueron muy conocidos también por su audacia en el discurso y el atrevimiento en sus acciones. Para lograr su meta necesitaban una exigente preparación y entrenamiento que fortaleciera su voluntad e imperturbabilidad del yo.

El perfil del cínico clásico se resume en la desvergüenza de sus actos y en su ejercicio de la libertad de expresión.

Fueron influidos pero también fueron influencia, ya que el filósofo que más les influyó fue Sócrates, y ellos a su vez influyeron a otra escuela filosófica del helenismo: el estoicismo.

Antístenes (que vivió en torno a las siguientes fechas: 445-360 a.C.) es considerado el fundador del cinismo. Se mostraba muy orgulloso de su fortuna, consciente de que aunque no poseía dinero, sabía sobrevivir en cualquier circunstancia. Es en este punto, por ejemplo, donde sigue el pensamiento socrático. Y además anticipa a los estoicos al considerar que la virtud, y nada más, es suficiente para la felicidad, pues la persona virtuosa es capaz de desenvolverse con propiedad en cualquier situación.

Otro punto en común con Sócrates es que ambos consideran que el alma es más importante que el cuerpo. Y a diferencia de los cínicos posteriores, ellos dos sí aceptaron el placer cuando éste se hallaba al alcance.

En cuanto a Diógenes de Sínope (400-325 a.C.) continuó la idea de prestar énfasis a la autosuficiencia y a la importancia del alma, llevando ya la indolencia ante el placer hacia el ascetismo.

Platón definió a Diógenes como un "Sócrates enloquecido".

Sentía un profundo rechazo ante las normas vigentes, que consideraba corruptas, e intentaba eliminarlas. Por tanto, adoptó la frase "¡Destruid las convenciones!". Se esforzó en reemplazar los hábitos adquiridos mediante la costumbre por los auténticos de la naturaleza (aquello que mínimamente necesitaba un ser humano y que no se lo proporcionaba la sociedad). Y fue en este momento cuando recibió el nombre de "cínico", que procede de la voz griega κύων (kýon = perro), ya que se mostraba tan desvergonzado como un perro.

Se nos cuenta de él que un día llevaba consigo una lámpara para ver si así lograba hallar un hombre honesto (simbolizando de esta forma la corrupción presente en la sociedad de su época).

Diógenes siempre prefirió expresarse mediante la acción, el comportamiento y las elecciones concretas, más que mediante textos escritos.

Otra anécdota muy conocida sobre él es la siguiente: Un día que se encontraba tomando el sol, Alejandro le preguntó: "Pídeme lo que quieras". A lo que Diógenes respondió: "Apártate y déjame mi sol".

En otra ocasión, pidió a cierto individuo que le procurase un lugar donde alojarse. Como éste demoraba su respuesta, Diógenes escogió un tonel como habitación. Y si en verano se revolcaba en la arena caliente, durante el invierno se abrazaba a las estatuas cubiertas de nieve, buscando siempre acostumbrarse a las dificultades.

Y el más famoso de los sucesores de Diógenes fue Crates, un ciudadano beocio de Tebas, que renunció a su fortuna para convertirse en cínico. Parece ser que en vida gozó de mayor favor incluso que el propio Diógenes. Llegó a ser considerado como un bien doméstico para muchos ciudadanos.

Obtuvo matrimonio con Hiparquia, quien también se convirtió al cinismo y que, ante los reproches de su familia, replicó que era mejor educarse a sí misma que trabajar con un telar.

También Crates hizo hincapié en la idea de la felicidad como autosuficiente y que era necesario el ascetismo para alcanzar la autosuficiencia. Consideraba que nadie podría ser feliz si se intenta hallar un equilibrio entre el placer y el dolor, puesto que en cada etapa de nuestra vida siempre hay un predominio del dolor frente al placer.

Con todo esto se podría considerar que el cinismo antiguo fue más una actitud ante la vida que una doctrina o cuerpo de ideas.

Aunque Diógenes no fue muy amigo de la escritura, otros cínicos posteriores, como Crates y Menipo de Gadara fueron autores de un género mixto seriocómico (σπουδαιογελοῖος), innovaciones literarias surgidas en el seno del cinismo, y que llegaron más allá, ya que otros autores latinos profundizaron en ese género, como Varrón y Luciano.

El cinismo continuó estando activo durante el siglo III a.C. volviendo a tener alguna importancia durante el siglo II d.C. tras un aparente declive. Sin embargo, no nos dejemos engañar, no ha dejado desde aquellos tiempo de la Antigua Grecia, de tener influencia en la historia del pensamiento.

Bibliografía consultada:

- AUDI, Robert. Diccionario de Filosofía, Ediciones Akal, 2004

- MUÑOZ, Jacobo. Diccionario Espasa Filosofía, Espasa Calpe, Madrid, 2003

- V.V.A.A. Atlas universal de filosofía, Editorial Océano, 2006

(Publicación original: 15 marzo 2011)

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