Acerca de la etimología de la palabra Peloponeso, esa interesante área de Grecia donde se hallan Micenas, Epidauro, Monemvasiá, Delfos... pues halla sus orígenes en el personaje mitológico de Pélope (Pélope + nesos=isla= isla de Pélope), un descendiente de Tántalo. Este, a su vez, era un descendiente de Zeus, que se había establecido en el monte Sípilo, en Lidia. Tántalo invitó a los dioses Olímpicos a un banquete cuyo plato fuerte no era sino la carne troceada de su hijo Pélope, servida en un guiso. Los dioses se percataron de esta siniestra circunstancia y no quisieron probar la comida, con la excepción de Deméter que, apenada por la pérdida de su hija, mordió el trozo que le había sido ofrecido. Finalmente las divinidades revivieron a Pélope restaurándolo en el interior del caldero, y para compensar el trozo arrancado por Deméter le colocaron un hombro de marfil. En consecuencia los dioses castigaron para siempre a Tántalo, a quien condenaron a pasar eternamente hambre y sed, en medio de árboles frutales y un río que nunca podría alcanzar.
Posteriormente Pélope se instaló en la la región del Peloponeso (que luego tomó su nombre). Allí compitió en una carrera de carros con Enómao, que ofrecía la mano de su hija y su reino a quien lograra vencerle. Con la ayuda del cochero del rey, Mírtilo, Pélope obtuvo la victoria y Enómao murió en la carrera. Pélope se casó entonces con Hipodamía, la dama prometida, y eliminó a Mírtilo. De ellos nacieron varios hijos, de los cuales los dos mayores (Atreo y Tiestes) fueron instigados por su madre a que mataran a su hermano Crisipo, el preferido de su padre. Ellos se exiliaron en Micenas, y allí se disputaron el trono del lugar, de manera que finalmente fue Atreo el que resultó vencedor y lo consiguió, después se vengó y le sirvió a su hermano Tiestes en un banquete la carne de sus propios hijos. Cuando Tiestes lo supo, se alejó maldiciendo a su hermano.
Para dar cumplimiento a la venganza prometida por Tiestes, este engendró en su propia hija, Pelopia, a Egisto, aquel que al cabo de un tiempo terminaría dando muerte al primogénito de Atreo, Agamenón, el heredero de los reinos de Micenas. Tras el rapto de Helena, tanto Agamenón como su hermano Menelao (el esposo de Helena), marcharon contra Troya, para lo cual, con ánimo de ser favorecidos en su navegación, Agamenón sacrificó en Áulide a su hija Ifigenia.
En Micenas, Clitemnestra, su esposa, irritada por el sacrificio de su hija, traicionó al ausente Agamenón con su primo Egisto. Y cuando Agamenón regresó, habiendo vencido en Troya, lo asesinó -junto con su cautiva Casandra, la profetisa hija de Príamo -. Sus hijos Orestes y Electra, unos años después, se encargaron de vengar a su padre matando a su madre, y luego a Egisto.
Para la versión del mito ofrecida en el blog me he basado en la fuente de Introducción a la mitología griega de Carlos García Gual, en la Editorial Alianza.
(Publicación original: 27 julio 2009)
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