jueves, 5 de febrero de 2015

Término medio aristotélico

Aristóteles es el filósofo que destaca por considerar que la virtud se halla en eltérmino medio. Si leemos su Ética a Nicómaco no quedará ninguna duda al respecto, pues en ella constantemente nos intenta demostrar su valor y para ello se acompaña de múltiples ejemplos extraídos de la vida real; sobre todo del campo de la medicina (el padre de Aristóteles era médico). Pero no debemos olvidar que ya previamente el ideal del término medio estaba presente en las ideas del pensamiento griego, y los Siete Sabios (Cleóbulos de Lindos, Solón de Atenas, Quilón de Esparta, Bías de Priene, Tales de Mileto, Pítaco de Mitilene y Periandro de Corinto) ya alabaron su importancia. Por ejemplo, corresponde a Solón de Atenas la máxima "ΜΗΔΕΝ ΑΓΑΝ" (Nada en exceso), inscrita en la entrada de la Academia de Platón.
               Platón y Aristóteles
La ética aristotélica considera que para alcanzar la felicidad hay que hallar previamente la virtud, llegar a ser virtuosos. Y Aristóteles nos habla de cuatro virtudes cardinales, de las cuales tres radican precisamente en ese ideal de moderación que predica: la prudencia, la templanza, la fortaleza y la justicia. A excepción de esta última, que no admite gradación, ya que o se es justo o no se es, pero no hay medio camino, el resto sí que, como vemos, están basadas en un punto medio entre dos extremos. Tanto el exceso como el defecto resultarán, por tanto, perjudiciales para nuestra búsqueda de la felicidad. La prudencia resulta ser la síntesis de cada una de sus virtudes ideales. Eso sí, de algo nos advierte Aristóteles: ese término medio es relativo a nosotros, pues somos nosotros quienes hemos de decidir dónde se halla nuestro término medio, no hay una fórmula fija y universal para todo ser humano. Cada uno ha de saber elegir el punto medio de sus extremos, y es aquí donde la ética resulta ser algo necesario: hay que saber elegir lo adecuado, elegir correctamente el καιρός (el momento oportuno), la ocasión perfecta. Es la fuerza de la costumbre lo que nos hace ser virtuosos, y no el hecho de haber hecho elecciones aisladas y en contadas ocasiones.
"El bien es aquello a lo que todas las cosas aspiran". Se trata de una de las frases con que se inicia la Ética a Nicómaco. Del mismo modo que cualquier trabajador en sus labores busca la realización de algo bueno, un trabajo bien hecho, el ser humano, en cuanto ser, aspirará a ser un buen individuo. Para ello se ayudará de la virtud.
Y, como posteriormente diría Sartre, "estamos condenados a ser libres". A cualquier otro animal ya le viene dado en su naturaleza un determinado código de conducta, actuarán fundamentalmente por instinto. Sin embargo, el ser humano puede responder de múltiples maneras a una misma cuestión: ha de elegir continuamente y construirse a sí mismo en cada paso.
                          
No olvidemos que para Aristóteles la ética se subordina a la política, y es fundamental para la constitución de una justa sociedad. Y es que él no nos habla de una felicidad individual, sino colectiva. Sólo podemos hallar nuestra propia felicidad si las personas de nuestro entorno más inmediato (la polis, la ciudad o comunidad en que habitamos) son, a su vez, felices. De hecho, hace igualmente hincapié en que "la amistad es una virtud o algo acompañado de virtud y, además, es lo más necesario para la vida". Todo esto gira sin duda en torno a su definición de ser humano como "animal político". Tenemos la innegable de necesidad de relacionarnos con las personas de nuestro entorno, de modo que la amistad es el punto básico para un correcto cumplimiento de la justicia y la virtud.
ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco. Alianza Editorial, Madrid, 2008
GÓMEZ, Carlos; MUGUERZA, Javier. La aventura de la moralidad (paradigmas, fronteras y problemas de la ética). Alianza Editorial, Madrid, 2007.

(Publicación original: 2 febrero 2010)

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