jueves, 5 de febrero de 2015

Algo de surrealismo

El iniciador de la poesía surrealista griega fue Andreas Embiricos (1901-1975), nacido en Braila (Rumanía). Vivió durante años también en Francia  e Inglaterra; fue un hombre muy culto que estudió en particular filosofía y psicoanálisis. En 1935 circuló por Grecia su obra Horno, nada similar a los textos artísticos de la época, con ella introducía un surrealismo auténtico y de pura sangre. Haciendo uso de la escritura automática hacía desfilar una serie de imágenes sin una coherencia lógica, y empleaba abundantemente elementos de la lengua kazarévusa, o del lenguaje de la prensa o incluso científico. Estaba escrito en prosa. Entre 1934 y 1937 escribió una serie de poemas que publicó en 1945 bajo el título de "Endojora". Ahora usaba también el verso y daba lugar a una nueva poética, más fresca y luminosa, teniendo como elemento dominante el ensueño y el instinto erótico en su omnipotencia freudiana y libre. La expresión lírica resulta llena de vivacidad, felicidad y de libertad. También escribió extensas obras en prosa, como El gran oriental, Senfira El Misterio de Pasífae, que no pudieron publicarse hasta los años sesenta, debido a su erotismo libre en la expresión. Después de 1960 también publicó algunos poemas, al parecer más modernos (que podemos escuchar en discos recitados por él mismo), donde expresa una fe idealista y un profundo sentimiento de la muerte y del destino.
Fuente: Historia de la literatura griega moderna, Linos Politis. Cátedra, Madrid, 1994
A continuación dejo la traducción del poema que podemos leer y escuchar en el vídeo mostrado:
LOS INMORTALES – ANDREAS EMBIRIKOS
Detrás y alrededor de los inmortales de los desiertos y los vergeles
Los vegetales mortales y los seres humanos viven y existen.
El cielo es insondable y el mar completamente acogedor.
Los seres humanos, como los vegetales, su vida viven.
A primera vista todo parece inestable,
Pero una consideración más atenta del conjunto muestra a los deslumbrados ojos de los observadores
Que en todas partes existe una sorprendente consecuencia,
Arquitectónica, una estructura,
Pero no de la ciencia o del arte,
Sino de la naturaleza, sin concluir en ninguna forma determinada,
Como en las construcciones pétreas o el resto de edificaciones,
Sino que constituye de vez en cuando de forma variada el aspecto temporal
De una entelequia siempre evolucionada,
De una articulación y comunicación siempre multiplicada,
De un misterio siempre realizado, que unos lo llaman Mundo,
Otros Caos, o Armonía, y otros sabiduría de Dios.
Dentro de esa inmensa grandeza
tanto lo pequeño como lo mínimo poseen su sentido completo
y su incalculable gravedad,
y dentro de la presencia ininterrumpida de ese irrefutable conjunto
de lo pequeño y lo inmenso,
de lo visible y lo invisible,
de lo lógico y lo ilógico,
detrás y alrededor de los inmortales
que brotan incluso en los precipicios
y viven también en los desiertos,
los mortales vegetales, los animales y nosotros los seres humanos
todos juntos al lado de la muerte,
en un siglo de los de siempre florecemos.

(Publicación original: 7 marzo 2009)

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