jueves, 5 de febrero de 2015

Ágora

Quizás haya quien espere que me lance a comentar algo sobre la película que está de moda últimamente en los cines (o una de las que está dando fuerte, al menos). Pues sí, finalmente podré hacerlo, ya que este pasado fin de semana fui a verÁgora, de modo que ya puedo tener mi propia opinión sobre la última producción de Amenábar.
Como suele ocurrir, y como bien es natural, hay opiniones divididas sobre ello (¿y cuándo no las hay? ¿Y cómo podríamos pretender que no las haya?), y yo me hallo entre aquellos que han recibido favorablemente la película, vamos, que me ha gustado. Sobre todo porque se ha centrado en la vida de un personaje no muy conocido del mundo antiguo, la filósofa Hipatia de Alejandría, y lo expone ante un gran público, y creo que es alguien muy interesante que está bien que conozcamos más. Además la reproducción de la Antigüedad es bastante fiel a lo que se supone que fue la realidad. E incluso podemos ver cómo uno de los discípulos de Hipatia toca un "aulós" (¡la doble flauta!). No cae en la monotonía de repetir una batalla tras otra (que es, para mi gusto, de lo que más suelen pecar estas películas históricas sobre la Antigüedad), aunque alguna sí que hay.

Tampoco quiero entrar en muchos más detalles sobre la película (para no chafársela a quien no la haya visto y tenga intención de hacerlo), pero sí quiero resaltar la idea que creo que queda clara, una fuerte crítica al fanatismo religioso, ese fanatismo llevado hasta el último extremo que arremete violentamente contra los contrarios. Si bien en un tiempo eran los cristianos los perseguidos, ahora estamos ya en una época en la que la tortilla se ha dado la vuelta y los cristianos van a perseguir a los paganos (las antiguas religiones politeístas), y su religión empieza a imponerse en el horizonte.
Y a partir de aquí, una pequeña reflexión sobre este problema planteado con el filme: por asuntos tales como la guerra entre religiones, entre distintas sociedades o culturas, o grupos sociales bien diferenciados, el establecimiento de fronteras políticas... el ser humano ha llegado a cometer verdaderas y deplorables masacres. Lo hacían ya en la Antigüedad, y lo seguimos padeciendo hoy...
Considero que la naturaleza del ser humano es precisamente la diversidad y la pluralidad, y en esa gama de diferencias estamos condenados a entendernos. Arremeter con violencia contra alguien diferente por su religión, o su postura social, sea cual sea, es un absurdo que lamentablemente tiene pésimas consecuencias sobre la humanidad.  Perseguir una única idea para todo el género humano (cada día mayor y más diverso, por otra parte) quizá sea la mayor utopía imaginable (además de la de ser inmortales). La única posibilidad para vivir en armonía es respetarnos. En fin, es sencillamente mi opinión, pues al fin y al cabo, como también se resalta en la película, "es más lo que nos une que lo que nos separa".
El mundo es como un ágora, una amplia plaza, un espacio abierto en el que convivimos las distintas personas de una ciudad.
Una vez más, chapó por Amenábar.

(Publicación original: 15 noviembre 2009)

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