jueves, 5 de febrero de 2015

Luz, oscuridad y agua en Elytis

En el presente trabajo vamos a tratar sobre tres elementos importantes que aparecen en la obra de Odysseas Elytis, que son la luz, la oscuridad y el agua. Los tres constituyen figuras importantes empleadas muy a menudo en la poesía de manera internacional, pero aquí nos centraremos en la visión que nos ofrece Elytis y el trato que reciben en su obra poética.
Comencemos por la luz, ya que quizá sea el elemento al que más importancia concede. El estudioso Yannis Ioannou considera que la luz permite la fusión entre el poeta y el mundo orgánico. Es algo fundamental, ya que es la que nos permite contemplar el mundo. El surrealismo necesita de las imágenes, y por tanto de la luz, para poder apreciarlas en todo su esplendor. Puesto que este poeta cultiva el surrealismo, le serán imprescindibles las referencias a este elemento. Además, hay que añadir a esto que esta, muy al contrario que en el resto de los países europeos, simboliza lo misterioso (en los demás lugares el misterio se representa mediante las sombras y la oscuridad). En algún momento Elytis escribió lo siguiente:
“Los europeos y los occidentales encuentran siempre el misterio en la oscuridad, en la noche, mientras que nosotros los griegos lo hallamos en la luz, que es algo pleno”.
El único medio de comunicación que posee el universo con el ser humano es la luz, que se recibe de aquellos astros lejanos y que han viajado miles de años hasta llegar aquí. Ilumina la razón desde la fuente del Misterio. Así pues, puede considerarse que la luz representa una expresión de lo eterno, una expresión inescrutable de lo imperecedero y del misterio que esconde el mundo. Y es el primer material puro de la poesía de Elytis.
Al adoptar la luz como una divinidad absoluta, Elytis retorna a la tradición platónica, pues la luz ya en Platón aparecía como símbolo de la razón. Pero en esta ocasión ha sufrido una evolución destacable: nos la muestra vestida y como un símbolo cristiano. Está concebida como un estado de pureza y sería un requisito indispensable para el ingreso al Paraíso y el logro de la felicidad. El autor recrea su propio mito, su propio mundo, su propio Panteón.

Esta divinidad, en realidad, no tiene ninguna relación con el Reino de los Cielos del mundo cristiano. Convive con los hombres, es accesible al común de los mortales. Muestra el camino que va a permitir al ser humano superar su existencia material para realizar por sí solo su transformación ontológica. Así que se podría deducir que se trata de una divinidad intermedia entre la figura platónica y la cristiana, que cobra vida propia en el mundo y la mitología particulares de Elytis.
Las ilimitadas posibilidades de la luz se comparan también con el espíritu humano, puesto que este es la luz en el interior del hombre. El espíritu es para la existencia humana el equivalente de este elemento dentro del universo.
Por otra parte también cabe considerar la luz como un elemento apolíneo, pero también dionisiaco. Hay que pensar en esto por la exaltación orgiástica de la vida, el canto a la felicidad terrenal que encontramos en la obra, el absurdo y el desorden. Está simbolizando la cultura y la aventura exótica de Oriente, pero también el sentido y el espíritu de Occidente.
En la tradición griega la luz representa la expresión perpetua e intangible de Grecia, la esperanza y la perfección del ser humano. La vida se presenta luminosa y porta la esperanza, pero la muerte es justamente lo contrario. Así pues, Elytis, que es el poeta de la luz, es por lo tanto el poeta de la vida.
El Dignum est es un perfecto ejemplo de este fenómeno y de esta idea. EnGénesis el sol es el guía supremo, y más que eso, es un requisito para la vida y la felicidad.
                                   En un principio la luz Y la hora primera
                                               en que los labios todavía en el barro
                                               prueban las cosas del mundo
                                                           […]
                                               Era el sol todo rayos que llamaba
                                               con su eje en mi interior Y
                                   el que yo era en verdad, el muchos siglos antes
                                   el todavía verde dentro del fuego el arraigado en el
                                                                                                         [cielo
                                               sentí que venía y se inclinaba
sobre mi cuna,
                                   igual que mi memoria hecha presente
                                   tomó la voz de los árboles, de las olas.
En La Pasión todo se oscurece y obtenemos la Destrucción, la negación de la vida, la muerte:
                        El día mordí y no brotó ni una
                                   gota de sangre verde
                        Grité ante las verjas mi voz se tiñó del
                                      Pesar del asesino
                        Se mostró en el centro de la tierra el núcleo
                                   cada vez más sombrío
                             ¡Y el rayo de sol así en el ovillo
                                   se tornó de la Muerte!
El Gloria constituye una purificación, expresa el triunfo de la luz frente a la oscuridad:
                        Loada sea la luz y la primera
            plegaria del hombre grabada en la piedra
                        el vigor del animal que guía al sol
            la planta que trinó y surgió el día.
En esta obra, el Dignum est¸ la más importante y representativa del autor, queda bien patente la importancia de la luz, pero no es la única que lo refleje. También ha quedado manifiesto en otras obras, tales como El Sol Supremo y su obra de madurez El árbol de luz y la decimocuarta belleza.
            No conozco ya la noche terrible anonimato de muerte
            En lo más hondo de mi alma ancla una flota de astros.
            Lucero guardián de la tarde, para que brilles junto a la
                        celeste
            Brisa de una isla que me sueña
            Anunciando el alba desde sus altos riscos
            Mis dos ojos en abrazo te bogan en el astro
            De mi corazón exacto: No conozco ya la noche.

            No conozco ya los nombres de un mundo que me niega
            Con claridad leo las conchas las hojas los astros
             La inquina me es falaz en los caminos del cielo
            Salvo si es el sueño que vez tras vez me mira
            Cruzando con lágrimas el mar de la inmortalidad
            Lucero de la tarde bajo la curva de tu dorado fuego
            La noche que es sólo noche no la conozco ya.
                                                           El sol supremo

            ¡Ay! dónde estás ahora mi pobre árbol de luz     dónde estás
            árbol de luz      estaba delirando y corría      ahora te busco
                  ahora que he perdido incluso hasta mi nombre.
                                                           El árbol de luz y la decimocuarta belleza

            Mi sol  mi sol que me condenas    tómame
            Toma de mí todo     y déjame   déjame el orgullo
            para no mostrar una lágrima   para que te toque solo y
            me queme       grité y extendí mi brazo

            Se perdió el jardín    se lo tragó la Primavera con su duros
            dientes como si de una almendra se tratara
                       
                        Y permanecí de nuevo erguido    con una mano quemada   aquí
                        en el extremo donde me depositaron las desdichas    para combatir
                        el No y lo Imposible de este mundo.
                                               El árbol de luz y la decimocuarta belleza
Elytis se ve bastante influido por la corriente del surrealismo francés, y encontramos algunas similitudes con respecto a la luz especialmente con el poeta galo Paul Éluard. Este elemente une de manera profunda a ambos poetas, pero el papel que ejerce en la poesía del autor griego no es el resultado de la influencia del francés, como podría suponerse en un principio. De manera independiente para cada uno de ellos hay que señalar que la luz representa un determinismo ontológico natural. Esta se contrapone a la oscuridad, simplemente.
En sus últimos textos se ve de manera ya distinta la oscuridad, en su último período se produce un cambio. La sombra no es sólo una silueta de la luz, sino también una entidad autosuficiente. Conforme van avanzando los años, la oscuridad se torna más real, es imposible no reconocerla.
De nuevo va hacia la luz desde la oscuridad. Este momento de introversión consagra a Elytis como un gran poeta místico y religioso. Parece que el autor ha rebasado la oposición Día-Noche.
En cuanto al agua, es un elemento que aparece también bastante reiteradamente a lo largo de su obra. La presencia del mar constituye otro punto básico de sus composiciones. Es natural que un griego de una isla (como lo es este poeta, de Creta), que tan bien conoce el mar en sus paisajes habituales, le dedique una atención especial.
El mar es el heredero más inmediato de los valores griegos, como muestra Elytis. Algunas simples referencias son suficientes para enseñar las dimensiones de la conciencia griega de las islas. El elemento sobrenatural acaba por convertirse en un fenómeno natural, lo mágico y lo fantástico no son sino elementos de la cotidianidad. La magia se reduce finalmente a lo que se vive en el día a día.
Elytis adapta los principios del surrealismo al Egeo griego y le da su propio toque mediterráneo a la naturaleza marina de Grecia.  Con esta identificación experimenta la cotidianidad como el hombre sencillo, con la fuerza del sentido y no con las abstracciones de la mente. Como expresa en Cartas boca arriba, “la comunicación ideal se convierte, finalmente, en herramienta y objetivo de la poesía lírica”.
Así se produce y experimenta el hiperrealismo, un hiperrealismo que, en el caso del Egeo, no es sino la realidad cotidiana, existente, visible.
Esta identificación del sentido con su objeto, del mundo interior con el exterior, del arte con la vida, se expresan de manera perfecta dentro del surrealismo del Egeo.
La personificación del mar, con ayuda del mecanismo de la identificación, constituye el eje del poema que vemos a continuación. Al mismo tiempo, ofrece múltiples niveles de reconocimiento e interpretación, de modo que no podemos agotar las diferentes posibles aproximaciones.

                        PEQUEÑA MAR VERDE
            Pequeña mar verde de trece años
            Que quisiera ahijarte
            Para enviarte a la escuela a Jonia
            A que aprendas ajenjo y mandarina
            Pequeña mar verde de trece años
            En la torreta del faro al hilo de mediodía
            Que des la vuelta al sol y escuches
            Cómo el destino deja de ser él
            Y cómo de colina en colina se entienden aún entre ellos
            Todavía nuestros antepasados lejanos
            Que retienen el aire como esculturas
            Pequeña mar verde de trece años
            Del lazo y del escote blanco
            Que entres por la ventana en Esmirna
            Que me copies los reflejos en el techo
            De los Kyrieleison y los Gloria a Ti
            Y con algo de norte algo de levante
            Ola a ola retornes
            Pequeña mar verde de trece años
            Para yo dormirte ilícitamente
            Y encontrar en el fondo de tu abrazo
            Trozos de piedra las palabras de los Dioses
            Trozos de piedra los fragmentos de Heráclito.
                                   El árbol de luz y la decimocuarta belleza
El primer verso de esta composición constituye un excelente ejemplo de revocación de contrasentidos de acuerdo con las teorías del hiperrealismo. El mar es pequeño, pero es algo milenario, y esto nos trae los valores del Helenismo. La juventud adquiere un carácter erótico, y al mismo tiempo se relaciona con el mar. Cuanto más cerca se halla Elytis de la realidad marina, cuanto más la hace de su propiedad, no consigue nunca agotarla, y por consiguiente no la deteriora. Cuanto más intensa es la experiencia, tanto más aumenta también el deseo. El viaje que realiza Elytis al Egeo es realmente inagotable e interminable. Este mar constituye para Elytis la eterna fuente de los milagros, de la magia y de la realización, la personalidad misma del Helenismo.  Encarna el mismo mito de la nueva Hélade, aquel que la hace ser la incuestionable prolongación de la Antigüedad. Este punto será un punto en común en todos los autores de la generación del ’30. Será el descubrimiento del Egeo algo fundamental en ellos, que buscan en conjunto la identidad griega y aquí acaban por encontrar su respuesta.
Finalmente habrá que señalar que de nuevo en el agua encontraremos coincidencias con el poeta francés Éluard, ya que este elemento representará el ser y el existir del mundo. El ser humano sigue la corriente acuática del mismo modo que el río sigue ineludiblemente su curso.   Hay que asumir la realidad de que el agua que fluye ya no vuelve nunca hacia atrás. Se retorna a la idea de Heráclito, mediante la cual uno no puede bañarse dos veces en el mismo río, porque el agua nunca será la misma. Parece que la filosofía de Heráclito la seguía Elytis ya desde su más tierna juventud, y no se la debemos a la corriente que se desarrolla con el hiperrealismo.
Hemos visto, pues, de una manera concisa, la relevancia de estos elementos en el poeta cretense, tratando de dejar manifiestas las ideas fundamentales de una de las figuras más importantes de la generación del ’30, que suele recibir la denominación, con toda la razón del mundo, de “el poeta de la luz”.
BIBLIOGRAFÍA
-          ELITIS, Odiseas. Antología. Madrid, Akal Editor, 1982
-          ELITIS, Odiseas. Dignum est. Plaza & Janés, S. A. Editores, 1980
-          ΕΛΥΤΗΣ, Οδυσσέας. Το φωτοδέντρο και  δέκατη τέταρτη μορφιά. 7ηέκδοση, ΄καρος, 2006.
-          ΙΩΑΝΝΟΥ, Γιάννης Η. Οδυσσέας Ελύτης: Από τις καταβολές του Υπερρεαλισμού στις εκβολές του μύθου. Εκδόσεις Θ. Καστανιώτη, Αθήνα, 1991.
-          ΔΗΜΟΥ, Νίκος. Δοκίμια Ι: Οδυσσέας Ελύτης. Εκδόσεις Νεφέλη, Αθήνα, 1992.
-          ΛΑΜΠΑΔΑΡΙΔΟΥ ΠΟΘΟΥ, Μαρία. Οδυσσέας Ελύτης: Ένα όραμα του κόσμου. Εκδόσεις Δημ. Ν. Παπαδήμα, 1981.

(Publicación original: 5 marzo 2008)

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